Tania (16) es la menor de 3 hermanos, Marina (27) y Claudio (20).
Tania es regalona de su papá; con su mamá no se lleva bien porque es muy exigente y estricta.
Hace un año, a los 15, al casarse su hermana, Tania cae en depresión. Con ella siempre han sido muy unidas, a diferencia de la mala relación con su hermano.
La empiezan a tratar con psiquiatra, psicólogo y Fluoxetina, logrando mejoría sólo parcial. Se siente incapaz de terminar el año escolar.

Al llegar a TVP manifiesta mucha tristeza, añoranza por su hermana, y soledad. No ha podido volver al colegio.
Su primera experiencia es a la etapa intrauterina en que siente “yo no debería estar acá”, porque “soy un problema para mi mamá”. No estaba planificada.
De hecho, no quiere nacer, lo que coincide con los síntomas de aborto que obligaron a su mamá a guardar reposo absoluto por 2 meses.
Al avanzar el embarazo percibe a su papá que “él sí me quiere”, y poco a poco va aceptando nacer.
De hecho, durante el parto, es fuerte la presencia de su papá, y muy pronto puede también percibir a sus hermanos.
Al llegar a casa, está en su cunita y es observada por su hermano de 4 años. Siente que su hermano no la quiere. La mira con susto. Piensa que ahora no lo van a querer más a él.
Tania quiere que él la tome, que la acepte. La insto a hablar con él: Le dice que lo quiere mucho. Que ella no es mala, no va a competir por el cariño. Que la tiene que querer…
Pero el niño no entiende, porque hasta para la guagua es evidente que el papá no lo mira a él…sólo a ella… el hermanito está solo…cree que lo abandonaron.
(Fíjense cuán habitual es que ocurra esto, sin ninguna mala intención, descuidamos a los hermanos grandes cuando nace un bebé).
La hermana, que ya tiene 11 años, reacciona diferente, es muy amorosa, le toma la mano, le habla con cariño.
Pero Tania quiere que también su hermano la quiera (llora) “¡Es tan chiquitito! Y todos se preocupan sólo de mí…”
Le habla desde el alma diciéndole que lo quiere mucho, que lo comprende, pero el niño sigue enojado y triste.
En ese momento le pido a Tania que retroceda al origen de la relación con su hermano.
Regresa a una vida en la cual es una muchacha joven que se está yendo de casa con su mamá, están abandonando a su papá, que es su hermano actual.
Él les pide en vano que no lo dejen. Pero es la madre quien insiste. Es la misma mamá de esta vida. Ella lo abandona y se lleva a Tania.
Tiempo después Tania se casa y se va lejos, nunca más ve a sus padres.
Aprende a querer a su marido; él es bueno. Tienen 4 hijos, se sintió bien con su familia, pero siempre con culpa y pena por su padre, y con rencor hacia su madre.
Avanza al último día; está en su lecho de muerte. La acompaña su hija menor, que es Marina, su hermana de esta vida. Se despiden diciendo ambas  “Siempre vamos a estar en nuestros corazones”. Y así ha sido también ahora. “Tengo mucha pena, pero tengo que irme”.
Le pregunto: ¿Qué tenías que aprender en esa vida?
“El amor de familia. Y en esta vida actual tengo que demostrar lo que aprendí, cambiar las cosas. Hacerles ver que es mejor estar unidos. Ya sufrimos bastante por las separaciones”.
La hago volver a dialogar de alma a alma con su hermano.
“Sí. Hermanito, yo te quiero mucho y lamento haberte abandonado en esa vida. También siento que al nacer te quitaran atención para ponerla en mí, pero esa no fue mi culpa. Te propongo recuperar el tiempo perdido.
Él dice que sí. Me siento bien. Ahora tengo que ir a enseñar lo que aprendí.”.
Después de la regresión, Tania se recupera totalmente y se reintegra con éxito al colegio. Las relaciones con su familia también han mejorado notoriamente.