Se dice que, cuando en un accidente alguien fallece, el alma del fallecido queda allí donde murió su cuerpo, incluso es costumbre dejar una animita en ese lugar.
Cuando se produce una muerte violenta, no hay tiempo a reflexionar, ni para prepararse espiritualmente, simplemente sucede. Todo sucede rápidamente para quien fallece, así como para los que quedan lamentándose por su partida.
Aquí el alma debe decidir si sigue hacia la luz o si se queda en el plano terrenal, sus decisiones pueden estar influenciadas por los apegos a la familia, al trabajo o por sentimientos de justicia o venganza, también se puede deber a que no se sienten preparados para avanzar o tienen miedo al no saber que hay más allá de la muerte.
¿Cómo trabajar el duelo de una muerte traumática? ¿Qué pasa con el alma en una muerte traumática?
No deseamos morir y no queremos que muera ningún ser querido. La razón para tener miedo y rechazo a la muerte, es que en realidad creemos que es el final. Sobretodo si es por accidente o traumatica nos preguntamos … ¿por qué a mi? ¿Por qué esto? ¿Por qué ahora? ¡No es justo!
Y surgen sentimientos asociados al trauma. Una sensación de vulnerabilidad al daño; la capacidad de adaptación disminuye; a veces no se permite hacer un “cierre” (despedirse, decir adiós); las reacciones emocionales suelen ser más intensas (rabia, culpa, ambivalencia, confusión, desamparo y vulnerabilidad) y una gran necesidad de encontrarle significado a esa muerte … un porqué …