El héroe es un arquetipo; es decir, un modelo idealizado con el cual uno puede identificarse: mitad humano, mitad divino… Jung lo definió como un patrón universal que representa la conciencia de las propias fuerzas y debilidades. Los superhéroes han existido desde siempre, en todas las culturas y civilizaciones. En los niños y adolescentes, muchas veces, representan la fuerza que necesitan para afrontar su presente y proyectarse en un futuro.

Los héroes y heroínas, generalmente nos fascinan porque representan la parte mejor de nosotros mismos. Son el reflejo de nuestro «yo ideal» que cree en los valores fundamentales que el héroe representa: la moral más elevada que quiere salvar al planeta y que los seres humanos podemos vivir felices y en paz … Reflejan nuestra luz y nuestra sombra: la lucha cotidiana contra la adversidad que convive con la superación de las propias pulsiones destructivas.

Estos seres especiales también producen fascinación, porque se enfrentan a dramas tan humanos como los nuestros: la muerte, la deslealtad, el desamor, la soledad, la desesperanza y otros. El héroe posee habilidades y rasgos de personalidad idealizados que le permiten llevar a cabo hazañas extraordinarias y beneficiosas («actos heroicos») para salvar a las personas del peligro, por las que generalmente, es bien reconocido.