Algunas reflexiones para compartir
Por Valeska Bittner
3.- El Sí Mismo o Yo Superior
Hay una parte de nuestra alma (psique) que continúa siempre formando parte y conectado con el TODO. Es una parte que no se separó de la fuente original. Que sigue ahí, y que gracias a ella seguimos conectados con el mundo espiritual. Sin ella, todo sería tierra, materia, apegos, identidad…Ego. Esa parte es lo que algunos llaman el “YO Superior”. Es aquella parte de mí que está unida al espíritu. Es la parte de mí que surgió del TODO y sigue formando parte de ese TODO.
Cuando el Ego se nos hace demasiado limitado para comprender quiénes somos, cuando nos damos cuenta que no somos sólo esto – dependiendo del nivel de desarrollo de cada alma, de la tarea o misión de vida de cada uno, del nivel de conciencia desarrollado a través de muchas vidas, y tal vez de otros factores – se inicia una búsqueda de respuestas, porque intuimos que somos algo mucho más profundo.
Jung hablaba del “Sí Mismo” que correspondería al “Yo superior” y es el arquetipo central de toda psique o alma. Es el aspecto divino dentro de cada individuo y que siempre sigue conectado a La fuente divina. El Sí mismo o Yo superior, nos mantiene unidos a lo espiritual y nos ayuda a recordar que no somos solo Ego, sino mucho más.
Podríamos decir que el Yo es esa parte que se desprendió del TODO para iniciar el camino “del buey” mientras el Yo Superior se mantuvo unido a la fuente divina. Después de todo el camino de búsqueda, el Yo, unido y guiado siempre por el Yo Superior, vuelve al inicio pero ahora con una conciencia superior que le permite volver a formar parte del Todo.
En el proceso de individuación el alma humana avanza hacia el encuentro y la integración de aquella parte de sí misma que nunca dejó de ser divina. Un alma Crística que decide encarnar vive toda una vida en la Tierra siendo uno con el Yo superior y por lo tanto sin separatividad del centro divino.
Una tarea importante de cada uno de nosotros es aprender a diferenciar quién soy en mi rol en esta vida es decir cuál es mi identidad para poder tener esta experiencia terrenal de quién No Soy en realidad(Ego) para acercarnos a quién soy en esencia, y regresar a conocer al verdadero YO o Sí Mismo. Todo lo demás es ilusión.
Cómo hacerlo para estar conciente de mi Ego:
Hay tantos ejemplos de situaciones en las que actuamos desde el ego sin darnos cuenta; si por una milésima de segundo nos sentimos superiores a otro, (otra persona, otra cultura, otro país, etc) ; si vamos conduciendo el vehículo nos sentimos pasados a llevar por otro conductor y nos da rabia; es el ego. Si alguien necesita en una discusión demostrar cuánto sabe, si alguien se luce mostrando cuántos países ha conocido, etc. hay infinitos ejemplos cotidianos como éstos. Hay otros más sutiles, como cuando el ego se “disfraza” por ejemplo haciéndome creer que soy una persona generosa pero no es más que una manera de recibir reconocimiento.
Si logro darme cuenta – ya sea en el preciso instante por un trabajo de conciencia o por medio de una meditación, o del análisis de un sueño – puedo decirle a mi ego: “momento, estás olvidando que eres ilusión, que el verdadero YO es parte del todo, y que todos somos iguales en la dimensión original”. Tener conciencia de mi Ego es un trabajo constante y diario, para “pillarlo” cuando quiere apoderarse de cómo me veo a mí mismo.
No se trata de luchar contra él. Identificarlo y tenerlo conciente es un primer paso para que deje de ser el que domina mi autoimagen y mi vida. Así se va debilitando. Si quiero luchar CONTRA él, le doy más fuerza, porque lo transformo en una especie de entidad con existencia propia y olvidamos que es una ilusión. Al identificarlo, o “pillarlo” le quitamos poder y podemos incluso llegar a mirarlo con cierta ternura.
Tomar conciencia de los momentos en que mi Ego aparece es un trabajo diario. Constante; Entrenable; Perfectible. Incluso puede ser entretenido si estamos dispuestos a reconocer que:
– lo que identifico como mi Yo es sólo una pequeña parte de mí, la parte conciente.
– Mi Ego forma parte de mi ser, y se encuentra en niveles desconocidos o inconcientes. Debo hacerlos concientes para liberarme de su influjo.
– Mi verdadero ser es esa porción de mí mismo que se mantiene unida a lo divino, a la que puedo acercarme si estoy dispuest@ a desidentificarme del Yo y del Ego. Esto da miedo, requiere humildad, soltar nuestras certezas, y un largo camino de toma de conciencia, de crecimiento e individuación.