Paciente: Elvira, 54 años, dentista, separada, 2 hijas.
Comienza a tener persistentes ideas e intentos suicida, parejas autodestructivas, agregando el alcohol a sus problemas.
Cuando comienza la regresión se queja porque no siente sus piernas y me dice que es la misma sensación de adormecimiento que siente desde hace tiempo y cuya causa no han podido diagnosticar. Luego, ve una cripta de piedra y en el centro, una loza en la que yace una muchacha. Siente angustia, pena.. La paciente dice que ella no es la muchacha, que sólo es una espectadora.
En ese momento su rostro se transforma, su mandíbula inferior sobresale, su rostro se vuelve muy anguloso y se niega a responder mis preguntas sobre su identidad.
Fue largo y difícil convencer al alma obsesora ir hacia la Luz. Solo reaccionó cuando le pregunté hasta cuando se iba a restar al descanso y a una nueva oportunidad.
Hasta el momento Elvira se había mantenido fuera de esta conversación. Le pregunté, en que parte de su cuerpo estaba el vacío que había dejado la energía que esa alma le usurpaba y de qué color era. Entonces, conminé al alma obsesora a devolver esa energía.
Elvira la recibió de vuelta sintiendo vívidamente la sensación física de esa energía llenando el espacio vacío.
Fue impresionante ver como el rostro de Elvira se transformó nuevamente en su verdadero rostro. La invité a recrear su lugar «mágico”, aquel que para ella reunía todos los elementos para convertirlo en el más hermoso, Se bañó en el rio, limpiando y sanado su cuerpo de las agresiones auto inferidas en los intentos de suicidio y luego, vestida con una luminosa túnica y sentada en la arena, sintió como su maestro o guía bajo la forma de un anciano se acercaba y la abrazaba transmitiéndole gran paz.
Ha recuperado las ganas de vivir y restaurado las relaciones con sus hijas y hermanas, su cambio físico es asombroso.